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martes, 22 de febrero de 2011

MAPA. SUPERFICIE REGADA EN 1997.

El mapa representa la superficie regada en España. El regadío es una práctica agraria que aporta a los cultivos agua adicional a la procedente de las precipitaciones, con el fin de no depender de la aleatoriedad, escasez, o ausencia de estas y de mejorar el rendimiento de los cultivos. El agua utilizada para regar procede de la superficie terrestre, de los acuíferos, de la transferencia de otras cuencas, de la desalación de agua marina, o, más raramente, de la reutilización de aguas depuradas.
El mapa muestra que en España existe una cierta generalización del regadío. Su localización comprende el área con 500 mm o menos de precipitación anual: las cuencas de los grandes ríos meseteños, de las depresiones exteriores y de la costa mediterránea, Baleares y Canarias. La excepción la constituye el área húmeda del norte peninsular, desde Galicia hasta el País Vasco, caracterizada por precipitaciones regulares y abundantes, donde el regadío se limita a algunos valles intramontañosos y enclaves algo secos.
Estos regadíos tienen diverso origen. En unos casos se trata de regadíos tradicionales localizados en las orillas de los ríos o en las inmediaciones de los pueblos aprovechando el agua de pequeñas corrientes; en otros casos responden a obras estatales de gran envergadura (embalses, trasvases), que han puesto en regadío grandes extensiones; y también existen regadíos de iniciativa privada que usan el agua de los acuíferos o la toman directamente de caudales de agua.


La irregular distribución de los regadíos se explica por la diversa incidencia de factores físicos y humanos.
El ámbito mediterráneo es el área donde el regadío alcanza su mayor extensión, especialmente en el litoral del sureste y levante peninsular, en la costa suratlántica, en Baleares, y en el clima subtropical de Canarias. Las razones son físicas y humanas.
- Entre los factores físicos, el más destacado son las temperaturas suaves a lo largo del año, con ausencia de heladas, y una elevada insolación (próxima o superior a 3.000 horas al año), que convierte a estas zonas en áreas privilegiadas para la agricultura intensiva, cuando se palia la escasez e irregularidad de sus precipitaciones con aportes artificiales de agua. Otros factores favorables son la protección del relieve contra los vientos fríos dominantes o las advecciones de aire frío en invierno, y la existencia de  suelos apropiados, como las terrazas fluviales, los glacis de acumulación y los conos de deyección, aunque en la actualidad los invernaderos utilizan suelos artificiales que restan importancia a las características naturales de estos.
- Entre los factores humanos cabe señalar la existencia de un mercado internacional de elevado poder adquisitivo; el desarrollo del transporte refrigerado para los productos; la existencia de un eje de comunicaciones rápido que une estas regiones con los mercados europeos (autopista A-7 y ferrocarril paralelo a ella); y la voluntad emprendedora y alta cualificación de los agricultores, que han sabido adaptarse a los cambios de gustos de la demanda y a las exigencias de calidad de la Unión Europea. Así, han seleccionado los cultivos, han manipulado su ciclo biológico con el fin de lograr una fructificación duradera, han adoptado innovaciones técnicas y han constituido cooperativas y empresas hortofrutícolas.
En esta zona los regadíos se asientan en las vegas de los ríos, en los fondos de las ramblas, en glacis litorales y en las vertientes aterrazadas de las montañas. Son principalmente regadíos intensivos que dan cosechas extraestacionales o durante todo el año, con importante difusión de los invernaderos, y uso de técnicas de riego por goteo, que aporta a cada planta el volumen necesario de agua en cada momento, junto con los nutrientes necesarios. Su dedicación es hortofrutícola: frutos tropicales (chirimoyo, aguacate, mango, plátano), fruticultura mediterránea (frutales de hueso, de pepita y cítricos), horticultura temprana al aire libre, y horticultura precoz bajo plástico.
En los valles del interior peninsular (Ebro, Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir) el factor esencial que explica la existencia de riego es la disponibilidad de agua proporcionada por las grandes corrientes fluviales y sus afluentes. En esta zona, los regadíos tradicionales eran huertas familiares al aire libre, de pequeño tamaño, asentadas en las orillas de los ríos. En la actualidad existen regadíos intensivos en las terrazas bajas, que usan sistemas de riego tradicionales (deriva del agua del río) y se dedican a la hortofruticultura.
Sin embargo, la mayor extensión superficial corresponde al regadío extensivo, que proporciona una sola cosecha al año; es estacional (coincidente en el tiempo con la de las otras áreas del mismo clima); y utiliza sistemas de riego tradicionales (distribución del agua por gravedad a través de canales y acequias). Los cultivos dominantes no son los hortícolas, sino los mismos que los de los secanos vecinos, a los que se añaden plantas industriales (lúpulo, tabaco, remolacha azucarera) y algunos cereales muy exigentes en agua, como el maíz. Las razones son las limitaciones térmicas (larga duración del periodo de heladas en el clima mediterráneo continentalizado del interior peninsular); el incremento de la demanda de cereales-pienso y de determinados cultivos industriales; y el hecho de que estos productos permiten una mecanización total. Los regadíos extensivos han realizado un fuerte esfuerzo de modernización para convertirse en explotaciones capitalizadas y productivistas, pero se enfrentan al problema de la mayor competitividad de sus productos en otros países de la Unión Europea, donde se obtienen sin necesidad de riego; al carácter excedentario de muchas de sus producciones; y a las exigencias de la Política Agraria Común para poder percibir subvenciones. 
Las consecuencias de los regadíos pueden apreciarse valorando su incidencia en el paisaje; sus repercusiones económicas, sociales, demográficas y culturales; y los problemas que generan.
– Los cambios paisajísticos relacionados con los regadíos vienen dados por la modificación de los cultivos y por la reorganización de las parcelas, que tienden a aumentar de tamaño, especialmente en el caso de las explotaciones más tecnificadas y capitalizadas.
Económicamente, los regadíos, especialmente los intensivos, han incrementado las rentas de la población y el PIB del país, por el importante papel que desempeñan en las exportaciones. También han atraído capitales nacionales y extranjeros, ante la posibilidad de lograr altos rendimientos.
Socialmente, estas áreas han alcanzado un bienestar bastante generalizado, pues el regadío ha contribuido a una mejora sustancial del transporte y de las comunicaciones y la elevación de la renta ha incrementado la demanda y dotación de servicios sanitarios, educativos, etc.
Demográficamente, los regadíos intensivos han contribuido a fijar a la población, favoreciendo poblaciones estables o en crecimiento, ante las buenas perspectivas de futuro. El crecimiento natural se ha vuelto positivo y se ha roto la tendencia emigratoria de muchas comarcas, que incluso atraen actualmente inmigrantes de áreas próximas y del extranjero para realizar los trabajos más duros y colaborar estacionalmente en tareas como la siembra y la recolección. En los regadíos extensivos, aunque la mecanización requiere poca mano de obra, también se ha estabilizado la población, gracias a la creación de empleo derivada de la transformación industrial de la producción y de los servicios relacionados con ella (comercialización, mantenimiento de los equipos de riego, etc.).
Culturalmente, el regadío ha contribuido a una mejor preparación técnica y empresarial, patente en la existencia de un mayor número de personas con títulos profesionales y universitarios, cuyos servicios son demandados por las nuevas formas de producción en los regadíos intensivos.
Los problemas relacionados con los regadíos son los siguientes:
- Los conflictos de usos con la demanda urbana e industrial de agua y de suelo. Los regadíos consumen un elevado volumen de agua en zonas que no disponen de ella de forma natural, lo que ha conducido a colisiones con otras actividades demandadoras, como el turismo y la industria. Por otra parte, se produce competencia por el suelo: el crecimiento de las ciudades ubicadas en el centro de la huerta (como Castellón, Valencia, Elche, Murcia, etc.) se realiza a costa de esta, lo que a su vez impulsa la extensión de la huerta por el área de los secanos próximos.
- Los conflictos sociales con la población inmigrante, en ocasiones ilegal y mal pagada,
puede favorecer actitudes xenófobas.
- La sobreexplotación de los recursos hídricos, superficiales y subterráneos, que genera problemas de agotamiento y salinización de los acuíferos.
- La alteración del paisaje por las estructuras de plástico de los invernaderos crea una imagen poco estética y disonante con el medio natural.

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