El crecimiento real más elevado corresponde a las provincias más dinámicas del litoral mediterráneo, valle del Ebro y ambos archipiélagos, receptoras de más inmigrantes, que aportan población y elevan la tasa de natalidad. También tienen un crecimiento alto Madrid y las tres provincias vecinas que reciben población y actividades de la capital (Guadalajara, Toledo y Segovia). En menor medida crecen las provincias de la cornisa cantábrica, por los prolongados efectos de la crisis de 1975, y antiguas provincias emigratorias del interior peninsular debido a los retornos o a la inmigración extranjera. El crecimiento real es negativo en provincias del noroeste peninsular con crecimiento natural y saldo migratorio negativos, debidos a su menor dinamismo económico.
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