En la imagen vemos un parcelario de Zarzoso antes y después de la aplicación de la política de concentración parcelaria, el cambio en el número y extensión de las parcelas es evidente. Los objetivos de la concentración son: disminuir el minifundio y la dispersión parcelaria concediendo a cada propietario una sola parcela o unas pocas, equivalentes en clase de tierra y tipos de cultivos de las que tenía antes, y dar acceso a las parcelas a las vías de comunicación. Para ello, en cada término se fija una unidad mínima por debajo de la cual no puede crearse ninguna nueva parcela y no se permite dividir las parcelas resultantes por debajo de la unidad mínima establecida. La concentración parcelaria, iniciada en 1952 y se transfirió a las comunidades autónomas en 1985 y continúa en la actualidad.
El mapa de coropletas representa la superficie concentrada por provincias hasta 1985, fecha en la que la concentración parcelaria se transfirió a las comunidades autónomas. Se aprecia que la concentración parcelaria ha tenido mayor incidencia en la actual comunidad de Castilla y León, donde la situación de partida era menos problemática y en algunas provincias de Castilla-La Mancha. En cambio en muchas áreas minifundistas donde el problema es acusado, la concentración parcelaria presenta todavía porcentajes muy bajos, como es el caso del norte peninsular y de la Comunidad Valenciana. Este hecho se explica en parte porque la concentración se concibió de forma subsidiaria, es decir, que solo se lleva a cabo si es solicitada por iniciativa de los propietarios de la tierra de cada municipio. Como consecuencia de la concentración han surgido parcelas menos numerosas, más grandes y más regulares; ha disminuido el número de lindes, y se ha creado nueva red de caminos.
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