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martes, 22 de febrero de 2011

PRÁCTICA. POLÍTICA INDUSTRIAL DE LA TECNOCRACIA FRANQUISTA.


El mapa de figuras muestra los principales incentivos a la industrialización llevados a cabo por la política industrial de la época franquista.
Los objetivos de esta política eran corregir los desequilibrios territoriales en la distribución de la industria. Las actuaciones llevadas a cabo con este fin, recogidas en los Planes de Desarrollo (1964-1975), se orientaron a la promoción industrial en las zonas atrasadas y a la descongestión de las grandes aglomeraciones urbano-industriales.
a) Para la promoción industrial se emprendieron diversas acciones:
Los polos de promoción y desarrollo, tomados de la planificación francesa fueron la actuación más destacada. Dado el predominio de las grandes concentraciones industriales en esta época, se partió de la base de que era inevitable la polarización territorial del crecimiento. Por tanto, se trataba de seleccionar ciertas áreas urbanas en regiones atrasadas y crear en ellas las condiciones para que se desencadenase un proceso de concentración industrial similar al que de una manera espontánea se había dado en las regiones más desarrolladas; posteriormente estas industrias atraerían a otras y actuarían como motores del desarrollo del entorno. Las industrias que se instalasen en ellos debían ajustarse al tipo de actividad que se quería atraer y recibirían diversos incentivos (subvención a la inversión inicial, créditos oficiales, desgravaciones fiscales, suelo industrial relativamente barato, buenas infraestructuras y ayudas para la formación profesional).
Los polos de desarrollo industrial se ubicaron en ciudades que ya contaban con cierta base industrial (A Coruña, Vigo, Sevilla, Valladolid, Zaragoza, Granada, Córdoba, Oviedo, Logroño y Villagarcía de Arosa); y los polos de promoción en áreas más deprimidas, que exigían mayores inversiones (Burgos y Huelva). La diferencia entre ambos tipos de polos residía en el tope máximo de subvenciones (10% en los de desarrollo y 20% en los de promoción).
Sobre sus resultados puede decirse que las inversiones y los puestos de trabajo creados fueron inferiores a las previsiones y que su efecto dinamizador sobre las industrias del entorno fue también escaso. En algunos casos se alcanzó un éxito relativo (Valladolid, Vigo, Sevilla, A Coruña), pero apenas se obtuvieron logros en las áreas más deprimidas que no contaban con un clima industrial previo. Por tanto esta política fue incapaz de frenar las tendencias espontáneas de la industria a concentrarse en las zonas tradicionales, e incluso acrecentó las desigualdades intrarregionales en las áreas más desfavorecidas, al concentrar demasiado la actividad industrial en determinadas zonas.
– Otras actuaciones encaminadas a la promoción industrial concedieron un trato preferente e incentivos a las industrias que se instalasen en ciertas áreas o polígonos industriales: zonas de preferente localización industrial (áreas que sin la consideración de polos se estimaban apropiadas para la expansión industrial, como Cáceres, el Valle del Cinca, Mieres-Langreo, Campo de Gibraltar, Tierra de Campos y las islas Canarias); polígonos de preferente localización industrial (repartidos por toda la geografía española) y Grandes Áreas de Expansión Industrial –GAEI–, creadas en el tercer Plan de Desarrollo (1972-1975) abarcando todo el territorio de las regiones atrasadas (Galicia, Andalucía, Extremadura y ambas Castillas.
b) Para descongestionar las grandes aglomeraciones urbano-industriales se crearon polígonos de descongestión industrial, relativamente próximos a ellas, incentivándose el traslado de parte de la industria procedente de las áreas más saturadas.



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